
martes, diciembre 27, 2011
martes, septiembre 27, 2011
Beatha: Tres son multitud
Aviso de que ESTÁ SIN BETEAR. Y que tengo sueño. Y que escribir escenas explícitas me cuesta mucho. Lo siento.
Disfrutadlo.
Y por cierto, bienvenido, Jonay, que sé que vas a leer esto xDD
domingo, marzo 13, 2011
Beatha Gender Bender
Bueno, acabo de terminarlo. ¿Cómo serían Sam y Liam si fueran chicas?
Básicamente Sam es igual. Es una persona sociable y abierta. Ha heredado de su madre el pecho generoso y las caderas anchas; y le gusta llevar el pelo corto porque es mucho más cómodo.
Liam (o como quiera que sea su nombre de tía) aquí sigue siendo tímida. Lleva el pelo largo, como su madre, y normalmente viste ropa que no atraigan mucho la atención.
sábado, enero 01, 2011
Dibujos de año viejo
miércoles, diciembre 08, 2010
Agradeced a
viernes, octubre 01, 2010
Burn this town - Battleme
Burn This Town
Gonna burn the town
if you lie to me
gonna set it off
oh baby I was blind to see
Talk me down
I'll find my wings
a big bad soul
some say that it's the end of me
But I tell myself it's not following me
break me out of here, it's blinding me
lie to me baby, don't you lie to me
nothing's gonna change
if you wait to save me
When the world is down
and fast asleep
they can't break us now
nobody's here for you or me
I'm half way gone
don't want to be alone
I'll burn the town
I'll find you if you want to be found
And I tell myself they're not following me
break me out of here, it's blinding me
lie to me baby, don't you lie to me
nothing's gonna change
if you wait to save me
*** Chorus
nothing's gonna change if
you can't, can't save me
viernes, septiembre 17, 2010
Beatha: Virgo
jueves, agosto 12, 2010
lunes, mayo 17, 2010
Beatha: Fragmentos -ESPECIAL-
Por tanto este capítulo trata sobre él. Disfrutadlo. Y yendo a donde he llegado, yo no sé lo que os escribiré el cumpleaños siguiente. O, siquiera, el de Liam que es en septiembre. Ay xD
Desde aquí pido disculpas a cierto rubio Gray, para más señas cuya dueña es
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sábado, mayo 15, 2010
Beatha: Sospechas
No echeis cuenta al título y bueno, disfrutar de esta cosa moñas y amorfa. Como siempre gracias a
domingo, mayo 02, 2010
Beatha - Soft

sábado, mayo 01, 2010
Beatha: Impulso
Para este capítulo me lo he currado un poquito más, hay dibujo (en realidad quería hacer más) y música, así que recomiendo mucho poner los altavoces :D. Hay un par de canciones que vais a ver subrayadas porque son el enlace a la canción directamente, ya que no forman parte directa de la historia pero sí están de fondo. No podía evitarlo, esas dos canciones exigían formar parte del capítulo así que tuve que ponerlas.
Sobre el lemon frustrado, os prometo que si el muso vuelve lo escribo y lo pongo como un bonus.
Ubicado el 30 de abril del 2011, es decir, "hoy" en 365 días.
Aquí va:
lunes, febrero 08, 2010
Beatha: Verdades
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FELIZ CUMPLEAÑOS
(Y un beso a mi esposa
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miércoles, octubre 28, 2009
Beatha: Sonrisa
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A ver qué os parece :D
lunes, octubre 26, 2009
Beatha: Secretos
Como siempre, dar las gracias a
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Situémoslo en... primavera del 2011 :)
Bocetos
domingo, agosto 30, 2009
Masticamiento de cerebro. Oh nom nom nom...
Sin embargo, he llegado a una conclusión. A una sobre Beatha.
He decidido tomar un camino que en principio no quería tomar, pero que al final he escogido. Mi decisión afecta a los personajes del foro donde Liam fue creado, en primer lugar.
Dado que me cuesta HORRORES y me da muchísimo reparo el usar personajes que no son míos, no los voy a usar. Quitando menciones de algunos o cosas que ya he hablado con sus dueños, sólo van a formar parte de los recuerdos académicos de Liam, y ya está.
martes, junio 02, 2009
Beatha: Reconciliaciones
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Sam es un friki. Cómo quiero a Sam, madre mía. Os dejo con el drabble, que me ha quedado más friki que de costumbre. Lo peor es que me veo demasiado reflejada en ambas personalidades aquí xDDDDDDD
lunes, mayo 25, 2009
Beatha: Manos
Ubicado en el 2014-15. Me fui a dormir, me levanté y escribí esto y me volvi a acostar. No me responsabilizo de la fumada xD
Ha heredado las manos de su abuelo Míchéal. Nudosas. Firmes. Apuesta a que cuando envejezca serán igual de arrugadas que las suyas. Aunque también tiene las manos de su abuelo Gwyon. Finas. Estrechas. De músico. Es una mezcla de ambos.
Las manos rechonchas, suaves y pequeñas de su abuela Maeve fueron hechas para dar cariño sin esperarlo a cambio, para acariciar cabellos, pellizcar mejillas y secar lágrimas. No han dado jamás un cachete.
Las de su padre son grandes y ásperas, y sin embargo muy cálidas. Están hechas para la acción, para la fuerza, para hacer el bien. No es una tarea muy fácil, pero lo consiguen. No tiemblan a la hora de lanzar un hechizo ni de retener a un sospechoso. Y en cambio se vuelven tímidas y torpes en casa. Son indecisas a la hora de dar un apretón de bienvenida o de comenzar un abrazo. Pero nadie dijo que no quisieran hacerlo todo el tiempo.
Las manos de Riannon son pequeñas y delgadas. Cuidadas, pero no demasiado. Meticulosamente limpias. Suaves. No titubean ni para coger un bisturí, ni a la hora de dar una orden, ni de depositar una caricia. Su piel es fresca. Le recuerdan a la lluvia. Las manos de su madre son como la lluvia. Pueden ser terribles o perfectas. Siempre depende del momento.
Las de Patrick son grandes y nudosas. Robustas. Se nota la fuerza en ellas con sólo verlas. No sólo fuerza física, sino más bien algo que te hace saber que se guardan mucho más de lo que muestran. Como si tuviera algo roto dentro, pero el tintineo de las pulseras de sus muñecas lo encubrieran Prontas a gastar una broma, a pellizcar y acariciar. Tienen dotes para la música, pero son perezosas.
De Di podría decirse que tiene las manos más parlanchinas y nerviosas del mundo. Alegres y voluntariosas. Siempre amables aunque no sea el momento. Se agitan constantemente: posee dedos expresivos y hábiles. Meticulosos, calculadores, conocedores de la medida exacta en cada caso. Muy femeninos. Coronados por uñas de colores y vestidos con anillos estrafalarios.
Feargus, su tío, posee las manos más eruditas de los McCubbin. Tienen más manchas de tinta que pecas. Son manos grandes que a pesar de su tamaño están acostumbradas a coger cosas pequeñas y delicadas, como libros antiguos. Son manos gentiles a pesar del centenar de cortes que hay entre sus dedos hechos por folios malintencionados.
Por no perder la tradición, su primo Seán también tiene manos grandes. Bastante robustas, sin llegar a ser gordas. Y muy ágiles, aunque no lo parezca. Hechas para la música, aunque prefieran dedicarse a toquetear teclados de ordenador. Nunca han golpeado a nadie y se mueren por acariciar a alguien a quien no alcanzan.
Las manos de Éirinn son anchas, de palma cuadrada. Podrían ser manos de cirujana, son tan exactas como los segundos de un reloj cuando se trata de medir distancias, de saber dónde apuntar, de saber qué es lo importante y a lo que prestar atención. No se andan con rodeos, tengan lo que tengan que hacer, y nunca las ha visto vacilar. Son manos protectoras que callan más de lo que dicen, y cuando dicen algo, lo hacen sin más.
Recuerda las manos de Sarah pequeñas. Preciosas y pálidas. Nerviosas e inconscientes. Tenían un agarre fuerte y decidido. No te soltaban si no querían hacerlo, y si lo hacían seguías notando su tacto durante mucho tiempo.
Las de David rebosaban aristocracia, las de Dorian amistad, las de Gabriel siempre escondían alguna sorpresa y los dedos de Suzette estaban manchados de nicotina.
Las manos de Zach invitaban a ser estrechadas. Formales, grandes y amables. Podías verlas en cualquier situación. Subrayando textos de un libro, rodeando el cuello de una botella, acariciando piel desnuda. Juraría que estaban hechas de fuego. Y aun así había algo en su núcleo que tenía miedo de derretirse.
Por raro que suene, las de Sam tienen dos caras. Conoce sus dos versiones. Las violentas, son rápidas para cerrarse en un puño y lanzarse sobre su víctima; y sin embargo tienen una cara mucho más amable. De caricia fácil, con facilidad de de recibir aprobación por muestras de cariño. Laboriosas, siempre ocupadas, sin perder el ritmo. Cuidadas hasta la locura. Suaves tanto al tocar como al tocarlas. Hábiles en la música. Nerviosas. Meticulosamente limpias.
En cambio, las suyas se ven, simplemente, maltratadas. La piel áspera, a menudo seca o enrojecida por el frío o la falta de cuidados. Dedos finos y largos, plagados de padrastros, manos grandes pero estrechas. Uñas mordisqueadas. Dejan ver la falta de cuidado. Son tímidas y reacias a las muestras de cariño, y lo hacen sólo en momentos puntuales. Ávidas de dar y recibir afecto, pero prefieren retorcer sus dedos antes que exponerse.
A Liam siempre le ha gustado fijarse en las manos. Considera que, sin necesitar de quiromancia, se puede saber mucho de una persona. Unas manos pueden dar cariño, o hacer mucho daño. O las dos cosas. Como las personas.
Algunos dicen que los ojos son las puertas del alma, pero para Liam las manos dicen mucho más.
viernes, abril 17, 2009
Beatha: Paciente
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Situado en invierno de 2014/2015
BEATHA: PACIENTE
Liam intentó abrir la puerta, por enésima vez.
- Que me abras, te he dicho un millón de veces -ordenó. Su voz no indicaba que le quedara mucha paciencia en sus reservas. De hecho, se estaban agotando.
- Y yo te he dicho, otro millón de veces, que no pienso abrir -contestó una voz enronquecida al otro lado.
El joven suspiró hondo mientras trataba de conservar la calma. Tampoco se iba a poner en plan asesino en serie sólo por que no le abrieran una puerta. Aun en aquellas circunstancias. Se aclaró la garganta y empleó su voz más conciliadora. Como si estuviera negociando con un terrorista.
- Sam, por favor. Anoche te di el capricho porque dijiste que estabas bien, pero sigues malo y a estas alturas ya no cuela.
- Pues haces el favor y me sigues dando el capricho -respondió el aludido, con pocas ganas de charla.
Y llevaban así cerca de una hora. Liam perdió los papeles, definitivamente.
- Mira, McNamara. Aquí hay dos maneras de hacer las cosas, dado que no ayudas: por las malas, o por las malísimas. Así que no me toques más los cojones qu-
- Te he dicho que no entras, y no entras -respondió el otro, testarudo.
- ¿Conque ésas tenemos? Vale, muy bien -dijo Liam entonces, y se escuchó un chasquido dentro de la habitación. Se había aparecido. Le miró desafiante, con una ceja alzada.
Sam estaba aferrado a una manta, empujando contra la puerta y con cara de pocos amigos. Estaba pálido, ojeroso, y definitivamente era sudor lo que perlaba su piel. Tenía el pelo apegotonado en la frente; y el pijama, o lo que se veía sobresalir al menos, estaba arrugadísimo y no es que oliera a rosas, precisamente. Liam se apresuró a entreabrir la ventana.
- Joder, aquí huele a oso, tío.
- Me voy a cagar en tu madre veinte millones de veces, te dije que no entrases.
- Cuidadito que aquí yo también puedo insultar. Y si empezamos a mentar a las madres... -amenazó, pero no iba realmente en serio.
Cuando había llegado el día anterior, Sam, que había pasado la tarde en casa, le dijo que iba a dormir en el cuarto de estudio. El cuarto de estudio había sido su antigua habitación, pero al empezar la relación habían decidido usarla como el cuarto para estudiar. Tenía una cama pequeña, dos escritorios con ordenadores y las paredes cubiertas de estanterías con libros. La mayoría de Liam, cómo no. La explicación fue que había pillado un resfriado, pero que se había tomado una poción y se iba a dormir. Y Liam, tras el trabajo en el hospital y el que ahora tenía en el laboratorio, puesto que acababa de conseguir la beca de investigación, no puso muchas pegas. Sam era un tipo responsable y también era un buen médico.
Aquella mañana no se vieron. Esa semana Sam tenía turno de noche y Liam ya estaba fijo por las mañanas, así que el segundo no se fijó en nada más que prepararse el desayuno y salir pitando al hospital. Ya allí, horas después de comenzar su jornada laboral, el director, un druída hijo de muggles que había querido dedicarse a aquella rama de la medicina, tal como los dos chicos, le llamó. Sam no había ido a trabajar y no sabía si había pasado algo. Sin mucho esfuerzo Liam sumó dos mas dos y explicó lo que había pasado.
Y allí estaba, en medio de la habitación, con los brazos en jarra y una mirada para nada amigable.
- Déjame que te ayude a levantarte.
- Puedo yo solo, muchas gracias -cortó el moreno. Liam suspiró.
- Sam, tienes fiebre, y calculo que no muy baja. Podía oír castañear tus dientes desde el kiosko de la esquina. Deja que-
- He dicho que no, hostia. Que puedo yo solo.
Y se puso en pie. Dificultosamente y agarrándose a la pared como si estuviera borracho, pero lo hizo. Aunque un segundo después Liam le había agarrado por la pechera y lo había sentado en la cama, sorprendentemente con el material necesario para hacerle un examen médico. No sabía dónde lo había tenido escondido hasta entonces, pero tampoco podía pensar con claridad. Revolverse no tenía sentido, se sentía demasiado débil, pero aún así presentó algo de lucha, impidiendo que su compañero le auscultara. La inmunodeficiencia de Liam no podía tomarse a la ligera. Un catarro no detenido a tiempo podía matarle.
- Liam, no. Podría contagiarte y-
- Estoy tratando infecciones a diario. ¿Crees que me voy a asustar a estas alturas? -esta vez fue éste quien le interrumpió.
- Pero -comenzó, pero el otro no le dejó hablar.
- Me cago en los Fomorianos, Sam, que vive Túireann que te chupo la cara y el cuerpo entero si hace falta -la frase no tenía connotaciones. O no las tenía, al menos en aquel momento-. Ocho pociones al día, siete días a la semana. Extra si es algún brote imprevisto. No me vas a contagiar nada y no me toques más los huevos y déjame examinarte de una vez.
Y Sam se rindió y se dejó auscultar y que le tomara la temperatura, y permitió también un par de hechizos y que Liam tomase unas muestras para hacerle un medicamento. Se quedó medio adormilado sobre la cama sin saber por cuánto tiempo hasta que su pareja volvió de nuevo a la carga, tironeando de él para que se levantase.
- Vamos a la bañera -le oyó decir, mientras cargaba con él.
No prestó mucha atención durante todo aquel rato, aunque sí recordó posteriormente el cuidado con el que Liam le había desnudado y lavado. Volvió a quedarse dormido de nuevo una vez hubo vuelto a la cama (que tenía sábanas limpias, pero no se dio cuenta), tras haber sido obligado a beberse algo asqueroso y un vaso de agua.
Se despertó encontrándose un poco mejor, por un tintineo cercano. Liam estaba poniendo con cuidado algo sobre la mesilla de noche. Había un vial de color morado que sabía que bajaba la fiebre y un vaso humeante. También había un plato. No sabía si olía bien, tenía la nariz congestionada.
Liam le miró sonriendo escuetamente mientras volvía a reconocerle. Ahora que estaba un poquito más lúcido se fijó en su faceta médica. Se tomaba muy en serio su trabajo y eso se notaba. Aunque había algo en su toque, en su forma de tratarle, que podía llamar mimo. Estaba seguro que si lo mencionaba el muchacho lo negaría de todas las maneras posibles, porque estaba aún más seguro que por muy bien que tratara a sus pacientes, no era de aquella forma.
- Hay una noticia buena y otra... no tan buena -el silencio se rompió cuando el examen médico hubo terminado. Sam le miró intrigado- La buena es que te he hecho una poción -comenzó, señalando el vaso- ... y la no tan buena, que te he hecho sopa –terminó, con una sonrisa furtiva. Sam temía su cocina desde que eran compañeros de piso. Era sorprendente que alguien que hiciera pociones tan elaboradas con total perfección no supiese cocinar algo mínimamente comestible. Aunque sabía que su madre tenía el mismo problema y el mismo don- Pero es de sobre, tranquilo -aclaró divertido al ver su cara.
Fue cuestión de minutos que le hiciera comer y tomar las pociones, que le dejaron nuevamente fuera de combate, hasta que volvió a despertarse con las luces de la calle ya encendidas. Se oía jaleo en la cocina.
Sam se levantó, todavía algo débil, pero totalmente repuesto. De todas maneras se preocupó de buscar sus zapatillas de andar por casa y una manta pequeña que había sobre la silla. Liam tenía una bata, pero él no acostumbraba a usar esas cosas.
Encontró a su novio ocupado con el caldero. Estaba calentando la poción que había hecho para él, aunque no parecía que la fuera a usar próximamente. Parecía más bien una reserva vistos el montón de viales recién lavados escurriendo y listos para embotellar.
- Oye, Li.
- Dime.
- ¿Me has bañado, o lo he soñado?
- Te he bañado.
- Vale. No menciones nunca que me he dejado bañar.
- De acuerdo. Tú tampoco lo menciones -respondió Liam, muy serio, siguiéndole la corriente.
- Trato hecho.