viernes, julio 29, 2011

lunes, julio 25, 2011

domingo, julio 17, 2011

Doscientos veinte

Son los días aproximados que me quedan para volar lejos, lejos, tan lejos que el avión cuesta una burrada y que conoceré otro océano y otro continente. Así de lejos.

Y por lo del avión, miedo me da volver a mirar porque British Airways e Iberia me muestran los vuelos (ida y vuelta) por no menos de 1400 euros. Cágate, lorito. Necesito un trabajo rentable para poder pagarlo :S

Tengo ganas de llegar. De llegar y de sentirme más extranjera que nunca en mi propio idioma con un acento distinto. De llevar un callejero en la mochila. De entrar en librerías de segunda mano y oler los libros viejos y preguntarme qué historias han visto. De tomarme una cocacola y comparar el sabor con el de aquí. De imaginar historias mientras observo el perfil de la ciudad y el ir y venir de sus ciudadanos.

Echaré de menos España, por supuesto. Mis amigos, mi familia, los lugares de siempre, las tapas, los abrazos de mi gente, los paisajes conocidos, la silueta de las sierras en la lejanía en mi pueblo, el piar continuo de los pájaros, los árboles frondosos del parque frente a mi casa, los platos de mi madre, a mi gata, los mensajes diarios de Movistar, el subir al Ábaco con mis amigos a tomar un té, la Alhambra desde el mirador de San Nicolás, el paseo de los Tristes, las visitas de Morwen, la malafollá granaína, la bordería genuína del hablar español...

y las palabrotas. Si en Limerick me sentía fuera de lugar blasfemando... no quiero ni imaginar cómo estaré allí xD

Pero en esos 220 días tengo muchísimo que hacer. Y no quiero que me pare nadie. Porque allí me espera gente que me muero por conocer en persona, porque pasaré allí días que siempre guardaré en la memoria y porque es una oportunidad estupenda para abrirme más las puertas del mundo.

Allá voy.

miércoles, julio 06, 2011

Pinreles

Estoy tan cansada. Mi trabajo me está matando. Tengo que caminar durante diez horas de casa en casa y hacer que la gente se ap unte a una ONG. Está bien pero es agotador.

No importa el tipo de zapatos que lleve, porque al final del día tendré ampollas y heridas abiertas por todos lados. De hecho cuando llegué anoche a casa me habían reventado ampollas de la planta del pie (NUNCA me había pasado y me dolió como una puñalada en el pecho). Y los talones sangrándome. Que el zapato le hizo agujero a las dos tiritas compeed (que son resistentes las hijas de puta) que me puse.

Esta es mi cara de muerta de anoche.



Y he perdido dos kilos en menos de una semana por el estrés, la ansiedad y el agotamiento. Ni siquiera estoy comiendo sano como debería porque NO me da tiempo. Todo el tiempo que tengo para estar en casa lo invierto casi completamente a dormir.

Y hoy me levanté y no podía andar. Bueno, podía, pero vamos, que yo sabía bien que no iba a resistir más de diez minutos. Mis pies siempre han sido un problema. Duelen al andar. MUCHO. La gente cree que duelen porque estoy gorda y no hago ejercicio, pero es FALSO. Sé que estoy gorda, eso no puedo cuestionárselo a nadie, pero conozco a gente mucho más gorda que yo y que no sufren dolor a cada paso, joder.

Así que tan pronto como me levanté y me di cuenta que no iba a poder echar diez horas en la calle llamé al jefe y fui al médico. Y resulta que yo tenía razón, que los pies no me duelen por estar gorda o no andar (que de hecho me encanta y no lo hago tanto como me gustaría por esto mismo), sino que es de mis huesos. Así que tengo que ir a un traumatólogo y llevar plantillas para arreglarme esto.

Pero eh, que si me va a quitar tanto sufrimiento, yo paso por esto.