sábado, mayo 15, 2010

Beatha: Sospechas

Capítulo totalmente random y sin trama. ¿Por qué lo escribo? Porque los niños estaban parlanchines en mi cabeza y tuve que transcribirlos. Sobre la época... digamos que 2013 o así.

No echeis cuenta al título y bueno, disfrutar de esta cosa moñas y amorfa. Como siempre gracias a Maya Takameru por betear, que es mi ídola que hace videojuegos y escribe bonus pornosísimos y soporta estas porquerías que le mando.


BEATHA: SOSPECHAS
- Entonces, ¿crees que lo saben?
Liam sorbió su chocolate caliente mientras pensaba la respuesta y se tapó los pies con la manta. A su lado, Sam bebía café en su taza roja. Tenían los pies sobre la mesilla de madera. El tema de conversación había venido sin avisar. Era viernes por la noche y, por tanto, noche de series. Sólo que acababan de ver el último capítulo de la semana.
- No tengo ni idea.
- ¿Y los vecinos no dicen nada?
- ¿Por qué iban a decir algo?
- No sé. ¿Porque el cabecero de la cama da contra su pared, quizá?
- La casa está insonorizada.
- No me jodas, ¿en serio? -Sam le miró incrédulo.
- Mis padres la insonorizaron al comprarla.
- ¿Saben el ruido que haces cuando estás follando o qué?
- Tío, no seas bestia. Lo que saben es que a veces me despierto por la noche y me pongo a tocar.
- Coño, no había caído en eso. Me acuerdo yo las primeras veces cuando me despertabas y me daban ganas de matarte.
- Cuánto amor.
- Justo por eso te librabas, que lo sepas. Curiosamente ahora no lo haces tanto.
- ¿El qué, darte ganas de matarme?
- No, sigues sacándome de quicio lo mismo.
- Fue a hablar el que nunca ha estado a punto de ser asesinado brutalmente.
- Ya sé que te ponen esas cosas, amor -le picó-, pero hablo de que ya no te despiertas tanto por la noche. ¿Es que te canso mucho? -agregó con picardía.
- Creo que es más el irme a dormir, que me despiertes cuando llegas del trabajo y después levantarme a las seis.
- Eso no te salva de que más de una noche te levantes y te pongas a jugar al Mahjong. Viciado.
- No estoy viciado. Me ayuda a concentrarme.
Sam soltó una risilla, como diciendo que no se creía un pelo.
- Bueno, pero ¿crees que lo sospechan? Quiero decir, no viene casi nadie a casa, vamos juntos a hacer la compra, y salimos juntos los fines de semana.
- Es que no lo sé. Trabajamos en el hospital y tampoco tenemos mucho tiempo libre. Nos conocemos desde hace años y compartimos gustos comunes -Liam evitó la mirada divertida e irónica de Sam-. No veo qué puede haber de sospechoso. Y si lo sospechasen, me daría un poco igual.
En realidad, sólo había que fijarse en la cara de cordero degollado con la que se miraban el uno al otro para atar cabos. Pero ellos nunca habían reparado en aquello.
- ¿Cuándo has salido públicamente del armario, que yo no me he enterado?
- No es que haya salido del armario o no, Sam, no se trata de eso. Es que a la gente no le interesa qué es lo que a mí me gusta o me deja de gustar. Lo de "salir del armario" me parece un poco idiotez. ¿De qué sirve? Quiero decir, a la gente, uno: no le interesa; y dos: no tienen por qué cambiar su conducta hacia mí o lo que sea. ¿Qué esperas que hagan, que me den una palmadita en el hombro y me digan: "Enhorabuena, es usted marica"? Si alguien pregunta yo no voy a tener problemas en contestar. De todas formas, ¿a cuento de qué viene el tema? ¿Es que te han dicho algo?
- Nah. Sólo que la del primero me mira raro cuando recojo el correo.
- Esa mujer mira raro a todo el mundo. Nació con la cara pegada a la mirilla de la puerta.
- Entonces probablemente lo sepa. Te he metido mano en el rellano más de una vez.
Liam procuró tragar antes de reírse.
- Pues eso que se lleva.
- ¿Eso quiere decir que puedo seguir metiéndote mano en las escaleras?
- Admítelo, tú quieres despeñarme.
- Mierda, me has descubierto.
El silencio se apoderó del salón y escucharon el ruido amortiguado de los coches pasar durante unos minutos.
- Entonces, ¿hace una peli?
- Sólo si no te dedicas a emparejar a todos los personajes.
- Imposible.
Liam suspiró. Iba a ser una larga velada.

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