lunes, julio 16, 2012

Poética

Otro texto que hice para Composición



La escritura es algo que llega por sí misma. Es el último paso, el último peldaño de algo que ha venido a mí en algún momento y que toma mi mente contra mi voluntad.

A veces es una palabra. Un gesto. Una acción. Una imagen mental, como una fotografía de una habitación, o de un bosque , y cobra fuerza dentro de mi cabeza.

A menudo es simplemente una sensación que me atenaza. A menudo ocurre con alguna canción. De repente me obsesiono, necesito escribir, somo si un ente se apoderase de mí en ese momento y me impulsase a teclear, o a escribir a mano mientras reproduzco una y otra vez la misma canción, cuando mantengo mi mente en ese trance. Es ese impulso el que me detiene, me inmoviliza, y después me fuerza a soltarlo todo, a escribir cada palabra, cada letra, cada punto, hasta que no queda nada.

En esos momentos, al acabar, siempre miro mi texto, ya sea relato o cuento, como el de un extraño. No sé bien lo que he escrito, no lo reconozco como mío, al principio. No sé de quién es hijo, no le encuentro explicación. Ha sido creado en un momento de trance, en un instante, ha nacido de una chispa de locura que me es extraña el resto del tiempo. Así nacen mis cuentos.

Otras veces me es implantado un nombre en la mente. Alicia, Miguel, Úrsula... Y no sólo es el nombre, lo acompaña una cara, unos rasgos, o una personalidad. No sé qué hacen en mi cabeza, no sé qué quieren. Pero están ahí. Van conmigo a hacer la compra, van conmigo a clase, me acompañan mientras hago mis tareas. Hacen que me sienta como una loca. A veces me responden mis propios comentarios. A veces agregan cosas con su propia voz, resonando en mi cabeza. Me hacen reír con frecuencia.

Es, con el tiempo, cuando por fin averiguo de dónde vienen, qué es lo que quieren, cuál es su mundo. Y entonces es cuando me siento y escribo. Escribo para ellos, para liberarlos, para darles un espacio. Es cuando salen mis relatos largos, mis historias, mis novelas.
A veces les visito. A veces abro el documento donde viven y escribo algunas líneas. Es mi forma de decir "qué tal, cómo estáis, me acuerdo de vosotros". Porque mis historias largas no vienen de golpe. Una de ellas es totalmente subconsciente. Sólo escribo lo que sueño. La vida de esos personajes me llega de forma onírica, en la que no tengo un control consciente de la trama, cosa algo peliaguda puesto que a veces el sueño me lleva a escenarios que no casan con los personajes, y que me hacen devanarme los sesos para buscar la forma en la que podría ocurrir. Son mis novelas las que edito, las que miro y remiro, las que más corrección necesitan. Son a las que les dedico más tiempo.

Quizá hay mejores formas de escribir, pero esta es la mía.

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