miércoles, febrero 03, 2010

Beatha: Zumbido

Esto... yo quería escribir algo happy, pero se ve que el estrés me afecta y saca cosas pesimistas de mi cabeza. En fin, "disfrutadlo".

Ubicado justo antes de Beatha agus Bás. Es decir, junio-julio del 2009.


BEATHA: ZUMBIDO
Los oídos le zumban tanto por la furia que bien podría haberse quedado sordo, porque no oye nada más. ¡Es algo que ha estado esperando toda su maldita vida! ¿Por qué tener que rechazarlo? ¿Por qué dar la espalda a un futuro prometedor haciendo lo que le gusta? ¿Es que no merece un poco de sacrificio, al menos? ¡Sólo son quince meses!
Pero no, porque Zach no parece atender a -sus- razones y él no quiere escuchar las suyas. Le parece una estupidez su posición, y está tan cabreado -ambos lo están, en realidad- que dice cosas sin pensar y que el hufflepuff no deja pasar y contraataca.
Realmente no sabe quién de los dos levantó la voz el primero, y lo único que Liam puede hacer después de gritar un buen rato es darse media vuelta y se alejarse de él con pasos rápidos, rabioso. Había esperado un "¡Felicidades! ¡Estudia mucho!" que no se parece a nada a lo que acaba de ocurrir, más cercano a "Métete tu admisión por el culo". Y no es que él se haya quedado callado.
Es la última noche en el colegio, al día siguiente todo acabará. Fin de Curso, la Copa de las Casas y despedidas en la estación.
Durante la cena cree oír a Sarah preguntar qué le pasa, pero está demasiado enfadado para responder. Tampoco le apetecería hablar, de todas formas.
No habla con él. Ni en la cena, ni en el tren. Se escuda tras un grueso libro y se hace el dormido con tanta convicción que se acaba durmiendo de verdad.
A la hora de las verdaderas despedidas ni siquiera le mira a la cara. Su enfado se ha visto algo diluído, pero sigue ahí definitivamente. Se despide de Dorian, de Sarah, de Neal, abraza a los hermanos Canterville prometiendo escribirles, sonríe a David al decirle adiós... pero no le dirige palabra a Zach.
Su padre le espera en la salida y no se detiene demasiado antes de marcharse. Sólo se permite una última ojeada a la estación y hacer un breve balance de su estancia en aquel colegio, que ha sido mejor de lo que esperaba en su momento. Evita pensar en cualquier anécdota que acabe relacionada, de una forma u otra, con Zach, y sube al coche que su padre ha alquilado como despedida a Londres. En menos de una hora habrán vuelto a Ardara, a Irlanda, a casa.
*
Ante la primera carta de Sarah, a los tres días, preguntando directamente "¿Qué ha pasado con Zach?" decide dejar de abrir su correo. Ya no es enfado lo que siente, sino una mezcla de orgullo, arrepentimiento y vergüenza. Por un lado piensa que ha hecho lo correcto defendiendo su posición; pero por el otro cree que quizá debería haber cedido, y cuando esa idea en especial se apodera de él y lo reconcome por dentro.
Su familia no le pregunta qué ocurre, así que asume que alguno de ellos ha terminado por leer alguna de las cartas que él se niega a abrir y que no le pueden decir nada de forma abierta; lo que no evita que le tengan vigilado y traten de hacerle salir y de animarle a cada momento que pueden.
Él sabe, sin embargo, qué dirían si hablasen del tema. Le dirían que ha sido un idiota -como mínimo-, que debería escribir a Zach pidiendo perdón. Que debería avergonzarse de sí mismo.
Su primo Seán viene a buscarle para ir al cine, pero no le apetece. Lo único que quiere hacer es seguir tumbado en la cama, de donde no se ha movido en días ni para comer, porque el apetito brilla por su ausencia.
Él sólo mira los diplomas que acreditan los estudios cursados y la carta de admisión en el intensivo. Los mira como si fuesen parte de la decoración, sin conseguir recordar qué era lo que los hacía tan especiales, tan importantes.
*
Casi transcurridas dos semanas, la única razón que le impide buscar a Zach y pedir perdón hasta gastarse la voz es su convencimiento de que no va a querer saber nada de él. Después de todo ha sido un cabrón injusto. Nunca se dijo que habían terminado, pero Liam lo ha asumido totalmente. Tampoco es que hubiera recibido carta de su parte diciendo lo contrario. Está claro: Zach no va a volver.
Esa tarde calurosa, mientras el olor del mar se cuela despacio por la ventana y mueve las cortinas con suavidad, Liam rompe a llorar.
Quiere que todo termine de una vez. Está cansado.
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Si me tirais tomates, que no estén muy podridos y los pueda aprovechar.

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