sábado, abril 11, 2009

Beatha: Mantequilla

Otro más. Que aquí no están publicados todos y una se aburre así que sube basurilla literaria xD.

Os dejo con Liam de pequeño y su hermano xD.


BEATHA: MANTEQUILLA


Corría el otoño del 95 y era fin de semana. Patrick volvía a casa los viernes por la tarde y se marchaba los domingos tras la cena. En el Draíochta era optativo el permanecer allí los fines de semana, y especialmente aquél tenía urgencia de volver a casa. Liam había estado enfermo desde hacía días. No era algo insólito, de todas formas. Desde el accidente con las pociones, año y medio atrás, la vida en la casa McCubbin había cambiado mucho. Su hermano pequeño se ponía enfermo día sí y día también, tenía a menudo dificultad para respirar, y...


Un par de veces había dejado de hacerlo. Sus pulmones se paraban de repente y se desmayaba. Les había dado un susto de muerte a todos.


A veces Patrick tenía pesadillas con eso. Liam se moría y les dejaba rotos para siempre. Y todo por su culpa. Por no cuidar de su hermano pequeño yéndose a jugar y esconder a Artie.


Así que sólo quería volver a casa y ver cómo estaba Liam con sus propios ojos. Mientras se acercaba, subiendo las escaleras, Atlas saltó a su paso al reconocerle. Le saludó brevemente y se encaminó hacia el cuarto del niño, con el gran mastín agitando la cola felizmente tras él. Al entrar, el perro saltó a los pies de la cama, donde había estado acostado. De alguna forma, era como el guardián del pequeño. Era una cama demasiado grande aún para él. Estaba abrazado al osito. Ni se enteró del movimiento del colchón cuando Patrick se sentó. Emitía aquel ruidito característico suyo, que se acercaba al ronquido. Cuando dormían juntos, aquel sonido le tranquilizaba, era como un arrullo para él. Le indicaba que seguía vivo.


Le picó con el dedo en la mejilla un par de veces, y luego en el hombro. Finalmente le tapó la nariz, pellizcándosela un poco. Acabó por despertarse, y se estiró cuan largo era, que en realidad no era mucho, aún aletargado, respirando hondo. Se frotó un ojo con el puño mientras intentaba enfocar la mirada.


- ¡Ya era hora, tío! -fue el saludo. Siempre le hablaba como si no pasara nada, como si tuvieran la misma edad. A Liam le encantaba que le hablara como si fuera mayor- ¿Durmiendo a estas horas? -preguntó, dramático. El niño sonrió, todavía medio dormido. Tenía los ojillos hinchados por el sueño. Y ojeras. Sintió un picotazo de culpabilidad. Debería haberle dejado durmiendo. Pero el daño ya estaba hecho, y quería estar un rato con su hermano, cosa que nunca admitiría frente los demás.


Le revolvió el pelo. Liam le asestó un manotazo para que dejara de enmarañarle la cabeza, sin borrar la sonrisa. En el fondo adoraba que le fastidiara de aquel modo.


- Dice mamá que has estado pachucho, pero entre tú y yo, a mi me parece que es sólo cuento -chinchó, antes de taparle la cara con su manaza, como si fuera el ataque de un pulpo. Una manera encubierta de tomarle la temperatura.

- Un poco -fue la respuesta cuando finalmente consiguió liberar su cara.

- Y aparte de estar todo el día planchando la oreja, ¿qué ha estado haciendo Su Majestad?


Liam se incorporó, apoyándose contra el respaldo de su cama.


- La abuela me está enseñando a leer -se detenía a la hora de pronunciar las eses. Intentaba corregirse a sí mismo, ya que ceceaba un poco. Pero la tarea se le hacía un poco difícil porque se le había caído un diente.

- ¿Sí? ¿Y sabes leer ya algo?

- ¡He aprendido a escribir mi nombre! -contestó Liam, sin responder a la pregunta anterior.

- Tu nombre -le siguió Patrick, soltando una risilla-. Tío, tu nombre está chupado. Aprende a escribir el mío.

- El tuyo todavía no sé, porque tiene más letras -refunfuñó el niño, que se sentía muy orgulloso de las cuatro letras de su nombre.


El hermano mayor se quitó las botas para subirse a la cama y sentarse frente al niño.


- ¿Y qué más? Algo más habrás hecho, ¿no?

- Tú primero -inquirió.

- ¿Yo? Lo de siempre, enano. Estudiar.

- Mentira.

- ¿Cómo que mentira?

- Mentira. Nunca estudias.

- Sí que lo hago.

- Aquí... Aquí no... Aquí nunca lo haces. Y la abuela dice que no estudias y que así te va.


Aunque Liam no tenía ni idea de cómo le iba a su hermano, por mucho que su abuela dijera, la verdad. Se le quedó mirando, con ojos inquisitivos, todo rastro de sueño eliminado, con esas ojeras y esa carita consumida. Casi era un cadáver andante. Parecía tan frágil... Y aquella voz ronca, quebrada, rasposa. A pesar de haber pasado todo aquel tiempo no se acostumbraba a aquel timbre. Echaba de menos la vocecilla aguda e infantil que tenía antes del accidente. La voz corriente que tendría un niño que acababa de cumplir cuatro años.


- He ido a clases, he tocado en la orquesta y ayer ganamos en un partido de hurling -comentó en falso tono de derrota, expulsando aquellos pensamientos de su mente-. Ahora tú. ¿Qué has hecho, aparte de empezar a leer y a escribir?

- Maiméo Maeve... Maiméo me ha enseñado a hacer tostadas.


Patrick sonrió. No había nada que hiciera a Morna entrar en histeria más que la abuela la echase de la cocina. Eran los dominios de la elfina.


- A ver si lo adivino. Tostadas con mantequilla y mermelada.

- Mm-hm -asintió Liam. Se evitaba pronunciar las letras que se le resistían en la medida de lo posible. Sobre todo cuando estaba su hermano, que era el que se guaseaba.

- A ver, a ver... -dijo éste-. ¿A que sé de qué era la mermelada? -preguntó, cantarín, con el índice de la mano derecha flotando sobre la cara del niño, trazando círculos en el aire-. ¿Era...? ¿Era deee... melocotón? -y le golpeó la nariz con la punta del dedo.


Tras el toquecillo a Liam se le estiró de nuevo la sonrisa, mostrando su diente mellado y la punta de la lengua; escurriéndose bajo las mantas para ocultarse, juguetón, de aquel índice que acabaría, probablemente, por atraparle la nariz para robársela. Cosa que solía ocurrir.


- ¡No!

- ¿No? Entonces... Entonces... deee... ¡ciruela! -otro golpecito.

- ¡Nnno! -respondió con una risilla, sin perder de vista aquella mano que volaba sobre su cara.

- ¿Cómo que no? Hum.... Esta vez lo adivino. Verás, verás... Deee... ¡melocotón!

- ¡Melocotón ya lo has dicho!

- Ahí has estado rápido. Era para ver si te pillaba. Pero voy a adivinarlo. ¡Arándanos!


El pequeño se retorció con un chillido de felicidad. La mano voladora había saltado a hacerle cosquillas en la tripa, y luego canturreó un "no-no". Patrick acabó por ponerse de rodillas sobre la cama y aprisionarlo para hacerle más cosquillas.


- ¡Tú te estás quedando conmigo! ¡Seguro que ya he adivinado la mermelada y sólo quieres chincharme!

- Noooo -casi un aullido, ahogado por las risas.

- ¡De frambuesa! ¿A que es de frambuesa?


Pero Liam no contestó, sofocado por las carcajadas y las cosquillas. Le torturó un poquito más y después le dejó estar. Se tumbó a su lado, callado, hasta que la respiración del pequeño se relajó.


- Cuéntame cómo haces esas tostadas, que mañana te voy a mandar a hacerme el desayuno.

- Pues tienes que tuestar el pan, pero... pero el pan tiene que tuestarlo Morna o la abuela porque he tuesta..., se tuesta en el horno y yo no puedo usarlo. Porque me quemo -añadió, mirándole, como si no fuera obvio y su hermano no lo supiera.

- Eso es cierto. Hay que tener cuidado con el horno. ¿Y qué haces después?

- Te huelen los pies.

- ¿Qué? -preguntó. Aunque estaba acostumbrado a esos cambios de tema radicales y totalmente aleatorios- Eres un fullero, los pies me huelen a rosas.

- ¡Huele a queso verde! -exclamó el niño. Para picarle. No podía contener esa cara traviesa.

- ¿Qué van a oler ni qué van a oler? -y se quitó un calcetín, tendiéndoselo a Atlas, que lo olfateó antes de estornudar y gimotear. Provocó la risa de Liam- Vale, luego le pedimos a Morna un ambientador, Su Majestad el del Olfato Fino, pero cuéntame qué haces después de tostar el pan.


Tuvo que esperarse a que al aludido se le pasara la risa, pero obtuvo respuesta.


- Se pone la mantequilla. Porque, porque si se pone la mermelada antes la mantequilla se queda pegada al cuchillo.

- ¿Qué pasa, que lo has comprobado?

- Mmsí -admitió, con una risilla socarrona.

- ¿Sabías que el pan siempre se cae por el lado de la mantequilla?

- ¿Por el lado...?

- Por el de la mantequilla. Si se te cae una tostada, siempre será por el lado de la mantequilla.

- ¿Y si todavía no tiene mantequilla?

- Pues se caería por el lado por el que se la ibas a untar.

- ¿Y si se cae por un lado y le echas la mantequilla por el otro? -preguntó rápido Liam.

- Ahí te he visto espabilado, enano. ¡Pero! Se acabaría cayendo por el lado de la mantequilla, igualmente -fanfarroneó.


La respuesta dejó pensando al niño un buen rato.

3 comentarios:

Ramona dijo...

Aunque no escriba mucho ya, sigo leyendo tus cosas. Lo único malo... en el transcurso del relato: se caga veinte millones de veces en su madre, luego se caga en los Fomorianos... ¿Alguien tiene problemas de incontinencia? En la farmacia venden pastillas para el asunto... ahora tiene solución. Puede que antes se tuvieran que aguantar, pero ahora la gente es libre y puede cagar suelta. Pero cuando se defeca demasiao también es preocupante.

Ramona dijo...

Perdona, a la que le da cagalera la mantequilla es a mi... xDD

fatima dijo...

Es Dr.EBHOSE usted puede email él si necesita ayuda en su relación ebhodaghespell@gmail.com
Te prometo que sus problemas se resuelven de inmediato. Después de estar en
relación con él durante siete años, me dejó, yo hice todo
¿Podré yo hacerle volver atrás, pero todo fue en vano. Quería
por el amor que siento por él, suplicó, pero él se negó hasta
explicado mi problema con alguien en línea y ella me sugirió que debería
más bien por correo un lanzador de conjuros que me podría ayudar a un hechizo que le trajera
espalda, pero soy el tipo que nunca creyó en hechizos, no tenía más remedio que
Pruébalo, enviado al taumaturgo, dije no hay problema
todo estará bien dentro de tres días, mis ex vuelven a mí
dentro de los tres días, el hechizo fue lanzado y, sorprendentemente, en el segundo día,
que fue alrededor de las 4:00 pm. Mi ex me llamó, yo estaba tan sorprendido, respondió el
llaman y todo lo que dijo fue que estaba tan mal por todo lo que pasó,
quería volver a mí, que me encanta tanto. Yo estaba tan feliz y
sorprendido. Desde entonces, he hecho la promesa de que todos los que conocemos la voluntad
nunca tienen un problema de relación, que me voy a referir al hechizo
lanzador para ayudar. Cualquier persona puede necesitar la ayuda de la máquina de colada, su
email ebhodaghespell@gmail.com
También hizo muchos hechizo-like,

(1) quiere que su ex atrás.
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