domingo, septiembre 09, 2012

Nostalgia

He escrito esto y no está ni corregido. ¿Comentarios?

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A veces no lo entiende.

No sabe por qué se obsesiona. Lo perdido está perdido, no va a volver a por ti. No hay nada que pueda hacer para cambiar las cosas, no puede mejorarlas de ninguna manera, no puede pintarle la cara para que parezca diferente, y sabe que por mucho que trate explicarlo de otra manera, siempre va a saber la verdad. La suya, sí, pero la verdad.

A veces lo echa de menos. La alegría, la ignorancia, la sencillez del momento. Echa de menos las sonrisas, echa de menos el tacto de unas manos imaginadas, echa de menos un olor, un abrazo, el sabor de un refresco, el susurro del viento en algún lugar en particular. No es que le falte alguien, sino que le falta algo. Tuvo todo aquello, pero ya no más. Sin embargo atesoró cada recuerdo, lo recopiló, lo catalogó y lo mantuvo a salvo. A salvo de la frustración, la rabia y las lágrimas. A salvo de su propio alcance y al de los demás.

Los recuerdos negativos son los que antes se olvidan, los que antes se van. Son los buenos los que quedan, los que sirven de referencia, los que sacan la sonrisa. Es lo bueno de los recuerdos. Puede desempolvarlos en cualquier momento y admirarlos, reproducirlos una y otra vez, y hacer sonreír, soñar y viajar de nuevo.

Pero los recuerdos, incluídos los buenos, son un arma de doble filo. También pueden hacer daño. Pueden oscurecer el alma, esconder la sonrisa, convertir algo bueno en algo triste. Lo malo de los recuerdos es que suben las expectativas. Todo evento futuro será aún mejor, y cuando llegan, decepcionan. Hay recuerdos buenos que anclan el pensamiento al pasado y hacen ignorar el presente.

Y ella sueña con el pasado. Sueña, y fantasea, y echa de menos, sin darse cuenta de que se está perdiendo el presente.

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