miércoles, julio 06, 2011

Pinreles

Estoy tan cansada. Mi trabajo me está matando. Tengo que caminar durante diez horas de casa en casa y hacer que la gente se ap unte a una ONG. Está bien pero es agotador.

No importa el tipo de zapatos que lleve, porque al final del día tendré ampollas y heridas abiertas por todos lados. De hecho cuando llegué anoche a casa me habían reventado ampollas de la planta del pie (NUNCA me había pasado y me dolió como una puñalada en el pecho). Y los talones sangrándome. Que el zapato le hizo agujero a las dos tiritas compeed (que son resistentes las hijas de puta) que me puse.

Esta es mi cara de muerta de anoche.



Y he perdido dos kilos en menos de una semana por el estrés, la ansiedad y el agotamiento. Ni siquiera estoy comiendo sano como debería porque NO me da tiempo. Todo el tiempo que tengo para estar en casa lo invierto casi completamente a dormir.

Y hoy me levanté y no podía andar. Bueno, podía, pero vamos, que yo sabía bien que no iba a resistir más de diez minutos. Mis pies siempre han sido un problema. Duelen al andar. MUCHO. La gente cree que duelen porque estoy gorda y no hago ejercicio, pero es FALSO. Sé que estoy gorda, eso no puedo cuestionárselo a nadie, pero conozco a gente mucho más gorda que yo y que no sufren dolor a cada paso, joder.

Así que tan pronto como me levanté y me di cuenta que no iba a poder echar diez horas en la calle llamé al jefe y fui al médico. Y resulta que yo tenía razón, que los pies no me duelen por estar gorda o no andar (que de hecho me encanta y no lo hago tanto como me gustaría por esto mismo), sino que es de mis huesos. Así que tengo que ir a un traumatólogo y llevar plantillas para arreglarme esto.

Pero eh, que si me va a quitar tanto sufrimiento, yo paso por esto.

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