Para este capítulo me lo he currado un poquito más, hay dibujo (en realidad quería hacer más) y música, así que recomiendo mucho poner los altavoces :D. Hay un par de canciones que vais a ver subrayadas porque son el enlace a la canción directamente, ya que no forman parte directa de la historia pero sí están de fondo. No podía evitarlo, esas dos canciones exigían formar parte del capítulo así que tuve que ponerlas.
Sobre el lemon frustrado, os prometo que si el muso vuelve lo escribo y lo pongo como un bonus.
Ubicado el 30 de abril del 2011, es decir, "hoy" en 365 días.
Aquí va:
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Iompaím siar go dtí Goirias, an Chathair Tintrí,
Dún an tSolais,
Dún Teasa,
Dún Feasa,
Dún Lúfaireacht na h-Intinne,
Baile don Tiarna Ioldánach,
Tiarna na nÉigse 's na bhFili,
Tiarna na nDraoithe 's na Saor,
Ar leis an tSleá,
An tSleá an pholann na scamaill,
An tSleá a mhileann an dorchadas,
An tSleá a bheireann bua ar an damhna,
Giamos: 'S ar leis an Carria,
An Damh-Allaidh maorga,
An Fia nach bhfuil eagla air,
An Carria a chuir solas na Gréine 'na bheanna,
Samos: 'S ar leis an Torc,
Torc na Gréine,
Torc na Saíochta,
An Torc an aiséiríonn as a fhuil féin,
A Fhionnghil,
A Lonraigh,
A Fheasaigh.
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Giro hacia el Oeste, hacia Goirias, la Feroz Ciudad,
El Fuerte de Luz,
El Fuerte del Calor,
El Fuerte del Conocimiento,
El Fuerte de la Agilidad Mental,
Hogar del Señor de los Múltiples Dones,
Señor de Sabios y Poetas,
Señor de los Druidas y los Santos,
Señor de los Artesanos y los Obreros,
¿De quién es la Lanza?
La Lanza que pincha las nubes,
La Lanza que destruye la oscuridad,
La Lanza que trae la victoria sobre la materia,
Y ¿de quién es el Venado?
Giamos*, El majestuoso Venado,
El Ciervo que no tiene miedo,
El Venado que puso la luz
Del Sol en sus astas.
Y ¿de quién es el Jabalí?
Samos*, El Jabalí del Sol,
El Jabalí del Aprendizaje,
El Jabalí que resucita de su propia sangre,
¡Oh,Blanco Brillante!
El Radiante,
El que sabe.
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Ése era el momento exacto en el que, para ellos, el Mundo de Arriba y el Mundo de Abajo se acercaban a aquel Mundo Intermedio y podían comunicarse. Un murmullo después, la pira estalló en llamas y todo el mundo miró hacia Tara, donde no tardó en verse el lejano crepitar de su hoguera. Justo en ese instante la colina entera resonó con mil voces al unísono un poderoso Tar anocht! Era el comienzo real de la fiesta, tras la ceremonia inicial, el verdadero significado de aquella noche. La bienvenida a la vida, a la estación de las cosechas y de los nacimientos. A la fertilidad, en realidad. Los cabezas de las tribus, en este caso los cabeza de familia, se acercaron poco a poco para recibir el fuego sagrado y prender sus propias hogueras.
Alguien le tocó en el hombro izquierdo, pero cuando se giró no había nadie. Al volverse se encontró con Liam -o al menos parecía él- a su derecha.
- ¡Hola! -exclamó, alzando la voz entre el ruido del gentío. Estaba radiante. Y azul.
- McCubbin, qué poca vergüenza. Es una noche ritual y vas disfrazado de pitufo.
El aludido soltó una risa divertida. Parecía saber qué eran los pitufos.
- No pensé que fueras a venir. Y menos vestido adecuadamente.
- Hombre, si viniese en camiseta y pantalones me iban a tomar por un turista. Y ya lo dice el dicho, "donde fueres haz lo que vieres".
Liam volvió a reírse. Esa risa tan fácil no era frecuente en él, y parecía...
- ¿... vas colocado?
- Creo que un poco. Llevamos toda la tarde con los rituales previos. Ven, ¡vamos a la hoguera!
Estuvo a punto de comentar algo sarcástico sobre la quema de brujas de la Edad Media, pero su feliz amigo había comenzado a abrirse paso entre la multitud y era mejor no perderlo de vista, cosa que no tardó en suceder. Esquivó a un par de malabaristas de fuego y buscó la hoguera adecuada. La central, la más grande de todas, era la ritual, y desde ella se elevaban los cánticos que luego se repetían colina abajo, en cada pequeño fuego. La gente danzaba al ritmo de sus propias voces y los que podían se acompañaban de instrumentos musicales. La noche acababa de empezar. Antes de poder decidir hacia dónde dirigirse, sintió que le agarraban de la mano y tiraban de él entre aquel mar humano. Sabía que era Liam. Reconocería aquel olor a menta en cualquier lugar. Apenas le dio tiempo a ver quiénes estaban junto a aquella hoguera cuando una chica, aparentemente de su edad y a la que probablemente conocería si no fuera por todo el glasto con el que iba pintada, le dio un recipiente, mitad vaso, mitad cuenco con la bebida típica.
- ¿Esto se bebe o es para desinfectarme?
- Bebe, McNamara, y pásaselo a alguien -dijo la chica con tono jocoso. La reconoció por la voz. Era Éirinn. No sabía qué tal estaban las cosas con ella, no la había visto desde el colegio. Siempre daba la casualidad -Sam prefería pensar eso- de que él estaba trabajando cuando ella visitaba a Liam.
La bebida en cuestión era muy fuerte. Antiguamente se tomaba para entrar en trance. Cosa normal, puesto que uno de los ingredientes era la Amanita muscaria, la seta alucinógena por excelencia. Todos los niños te dibujaban esas setas, rojas con puntitos blancos, y hasta los mismísimos hermanos Bros estaban hartos de comerlas. A nadie le sorprendían los sucesos del videojuego una vez les explicabas sobre la dichosa seta. Tampoco había que pasar por alto que aquel cóctel era bastante afrodisíaco. Sólo había que pensar en la finalidad de aquella celebración para sumar dos más dos.
- ¡Vamos, que comienza el baile! -hablando del diablo, Liam, que ya parecía haberse pegado un par de lingotazos de aquel mejunje, se acercó para tironear de él.
El baile en cuestión consistía en correr alrededor de un árbol con un lazo de color en la mano. Visto así era lo más estúpido del mundo. Visto desde la creencia celta era unir los Tres Mundos durante esa noche, que quedaba así como más bonito. Más que agarrar el lazo, éste prácticamente voló a su mano, ya que apenas se acercó al árbol se encontró con la gente que ya había comenzado a girar en torno a él en diferentes sentidos para hacer una especie de trenzado. Le pareció ver a Patrick, el hermano de Liam, cantando con su vozarrón mientras iba pegando brincos agarrado de la mano de una chica con rastas en el pelo que parecía seguirle la corriente. La risa de Liam, que iba en sentido contrario a él, se le colaba en la mente, donde hacía eco por encima de la canción. No se la sabía, por cierto, pero sí que conocía la melodía y la versión alternativa -y blasfema- de la misma, y prefería no cantarla en alto en medio de una familia de feligreses. Para su sorpresa, fue Angus McCubbin, hombre sobrio y correcto a quien conocía de vista, el que empezó a cantar aquella letra, y todos le siguieron entre risas.
Menuda familia.
El final de la canción coincidió con el final del baile -se había trenzado completamente el árbol- y Liam le llamó la atención de nuevo.
- ¿Tienes hambre?
Los alimentos de aquella noche eran todos vegetales. Había muchos frutos secos, y entre ellos un gran cuenco con frutos del bosque. Esbozó una sonrisa. No le costaba adivinar de quién era.
- Así que tú eres Samhradhán -interrumpió una voz femenina.
Era la chica de las rastas, que venía con Riannon. La madre de Liam estaba muy guapa con su vestido tradicional y no iba tan pintada como el resto. La joven, al contrario, vestía de forma estrafalaria y tenía los brazos pintados con glasto. Parecía una de esas chicas hippies, o una de esas practicantes de Wicca. Quizá las dos cosas.
- El mismo. Aunque prefiero Sam.
- Perdona, Sam entonces. Es que Liam siempre te llama así. Soy Di.
- ¿La madre de Erin? Un día de éstos Liam la secuestra y se la queda. Es una monada de niña.
La chica se rió.
- Sí, entra en modo mamá gallina cada vez que está con ella.
- Liam me comentó que eres muggle, ¿no?
- Sí. Aunque llevo casi diez años en contacto con druidas.
- ¿Qué tal va el trabajo? -preguntó Riannon, interesándose por el chico. No hacía ni dos meses que habían acabado las prácticas, y básicamente eran los nuevos en la plantilla del hospital.
- Muy bien, gracias. Me cambian el horario todas las semanas, pero espero que se estabilice algún día, o acostumbrarme yo antes.
- Me alegro de que hayas decidido pasarte. A Liam le ha hecho mucha ilusión verte aquí.
- Sí, seguro -dijo el joven, mirando al aludido, que se encontraba colgado bocabajo del árbol y siendo atacado por Patrick, Éirinn y el primo de Liam, Seán McCubbin. Le recordaba del colegio. Liam tenía problemas para taparse con el kilt, que se le daba la vuelta. Di movió la cabeza negativamente.
- No cambiarán nunca.
- Yo esperaba que fuera cosa de las drogas -bromeó Sam.
- Liam acaba colgado bocabajo unas cuatro veces al día cuando su hermano está cerca.
- ¡McNamara! -chilló Éirinn- ¡Corre, ven! ¡Está indefenso!
- ¡Dejad al chico quieto, que va a echar las asaduras por la boca! -gruñó un anciano, que resultó ser el abuelo. Era un tipo espigado. Sam tuvo la certeza de que Liam tendría un aspecto similar cuando llegase a aquella edad.
Los jóvenes soltaron a su presa, que tenía la cara roja del esfuerzo, y se dispersaron.
- Ven con este viejo, hijo, y toquemos algo de música -dijo Mícheal. Liam no se hizo de rogar y buscó su tin whistle, y se sentó al lado de su abuelo, que tenía un bodhrán en la mano- Eh, joven -exclamó entonces, con la vista fijada en Sam- Ven aquí también. Eres el amigo de mi nieto, ¿verdad?
- Sí, señor -dijo éste educadamente mientras estrechaba su mano.
- Samhradhán McNamara, si no me equivoco.
- Sí, señor.
- ¿Sabes tocar algún instrumento?
- La gaita. Y un poco la guitarra.
- Pues coge esa guitarra de ahí y acompáñanos.
Sam no se hizo de rogar a la petición. El anciano le imponía y mucho. Había sido un Fianna muy importante en su época y se contaba que estuvo a punto de ser Ministro. El padre de éste había llegado a serlo. Una vez sentado y colocado, Liam respiró hondo, cerró los ojos y comenzó una canción. Sam no la conocía, pero no le fue difícil darle un ritmo.
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